Ante las numerosas falacias, falsedades y acusaciones infundadas dirigidas a la industria farmacéutica nacional por el periodista Carlos Pagni el lunes 1º de julio, por el canal televisivo La Nación + y transcriptas en el sitio web de lanacion.com, sin que haya mediado una consulta previa al respecto del periodista, la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA), se ve obligada a manifestar lo siguiente:
• Refiriéndose al reciente pre-acuerdo MERCOSUR-UE, es falsa y sin fundamento su afirmación de que “el principal motor de resistencia a este tipo de acuerdos es el sector farmacéutico“.
Más allá de la libertad que debe tener cualquier sector empresarial para emitir su opinión sobre cuestiones vinculadas a negociaciones comerciales que lo puedan llegar a afectar y en el ejercicio de su responsabilidad institucional CILFA transmitió a las autoridades la relevancia de esta industria y el perjuicio para los intereses nacionales que causaría la aceptación de las demandas europeas en materia de prórroga del plazo de vigencia de las patentes y de la confidencialidad de datos de prueba. En todas las instancias CILFA siempre apoyó la búsqueda de un acuerdo equilibrado y mutuamente beneficioso para las partes.
• Es falaz y direccionada a desprestigiar a la industria farmacéutica nacional su afirmación en el sentido que “los laboratorios argentinos podrán producir medicamentos accediendo, sin pagar nada, a las pruebas médicas en las que se basan”.
Al respecto es fundamental entender que la compensación por los ensayos clínicos requeridos que deben realizar los laboratorios para registrar y poder comercializar los medicamentos innovadores, surgirá de la capacidad de aplicar precios monopólicos que el Estado le reconoce a través del otorgamiento de las patentes. En general todas las legislaciones en materia de patentes establecen que al concluir la duración de las mismas, los ensayos clínicos en los que se basan deben quedar en el dominio público para beneficio de los consumidores y la sociedad toda. En última instancia, serán los consumidores los que paguen por ellas a través de los mayores precios monopólicos de los titulares de patentes.
• Es una falacia direccionada a desprestigiar a la industria farmacéutica nacional su afirmación en el sentido que “los laboratorios nacionales podrán seguir produciendo medicamentos sin pagar por las investigaciones que llevaron a la invención de esos medicamentos sin pagar la propiedad intelectual”.
Al igual que en el punto anterior, debe entenderse que una patente en esencia es un contrato entre el inventor por una parte y el Estado que otorga la patente por el otro, por el cual y como compensación por sus esfuerzos, el Estado le otorga de modo temporario un monopolio para la comercialización exclusiva de su invención, a cambio de que al terminar ese período temporario, otros laboratorios puedan llevar rápidamente al mercado los productos genéricos de marca para que los mismos estén al alcance de toda la población a precios accesibles. En otras palabras, insinuar que una empresa debiera pagar por la investigación y desarrollo de algo que está en el dominio público, es decir con el período de su patente vencida, es claramente un despropósito jurídico.
• Es falaz su referencia que “el PAMI que regula como actor del mercado el 40% de los medicamentos vendidos y fija el precio de los medicamentos –estamos hablando de consumo de remedios-, compraba los medicamentos sin licitación”.
Al respecto, la opinión pública debe saber que los contratos PAMI-Industria no constituyen una mera compraventa de medicamentos, sino la contratación por parte del PAMI de un sistema de abastecimiento integral de medicamentos de operación altamente compleja y cuya administración asegura la logística, distribución y capilaridad en todas las farmacias del país, de La Quiaca a Tierra del Fuego, todos los días del año, a precios uniformes.
• Es falsa y sin fundamentos la acusación de que “se compraba los medicamentos a una cámara cartelizada de laboratorios en general argentinos”.
Los laboratorios argentinos siempre han competido libremente en el país y en el exterior con laboratorios extranjeros de mayor tamaño y escala. La introducción de un sistema de licitaciones que el columnista atribuye a la presente gestión, se aplica únicamente a medicamentos de alto costo que son principalmente abastecidos por los laboratorios farmacéuticos extranjeros. Los ahorros obtenidos a que hace referencia fueron consecuencia de menores precios ofertados por laboratorios extranjeros, siendo el ejemplo paradigmático la importante reducción de precios de uno de tales laboratorios extranjeros de su producto para la hemofilia.
• Es falsa y carece de todo fundamento la aseveración de que “la industria farmacéutica argentina está detrás de los negocios protegidos por el Estado que le garantice un mercado para no competir”.
Al respecto parece claro que se trata de una falacia propalada por el columnista dirigida a desprestigiar a la industria farmacéutica nacional, industria que es competitiva nacional e internacionalmente, abastecedora de medicamentos de calidad al país y al mundo, financiadora de la seguridad social, empleadora en gran escala de los mejores y más calificados recursos humanos, uno de los mayores sectores contribuyentes del país y que garantiza la transparencia de la distribución comercial mayorista y minorista de medicamentos.
La industria farmacéutica argentina es una de las pocas industrias con capacidad competitiva para realizar importantes exportaciones aún en difíciles condiciones como las presentes. Las mismas van a los cinco continentes y se trata de productos de alto valor agregado reflejados en un precio promedio por tonelada de U$S 30.000. La industria farmacéutica en la Argentina no recibe ningún tratamiento promocional especial de naturaleza comercial, impositiva, crediticia o que favorezca las inversiones.
A nuestro entender, las manifestaciones anteriores dan lugar a la sospecha de que, al abordar esta cuestión, el Sr. Carlos Pagni pueda tener una agenda oculta, ya que no es usual que sus columnas acumulen tantas imprecisiones, falsedades y acusaciones infundadas como en este caso. Lo anterior se ve reforzado si se tiene en cuenta que el Sr. Pagni nunca tomó contacto con esta cámara para consultar la veracidad de sus apreciaciones, como es de práctica periodística rigurosa.
Así en lugar de haber iluminado a su audiencia con argumentos esclarecedores de realidades complejas, parece más bien haber actuado como vocero de intereses ocultos.
Cabe entonces la pregunta de quién o quiénes podrían estar detrás de sus afirmaciones. En otras palabras, quien se beneficiaría con el desprestigio y el debilitamiento de la industria farmacéutica Argentina.
BUENOS AIRES, 8 DE JULIO DE 2019